martes

Carta de alguien sentado

La vida, esta es fácil y rápida, palabras de un anciano. Es complicada y larga diría un joven entusiasta. Yo, sentado, digo que la vida es simple. Ella tiene características como: fácil, complicada, rápida, triste, etc. Pero son todas boludeces que confunden cuando uno quiere ver lo que realmente es… es, será y fue.

Infinita en espacio y tiempo, como el universo y sus átomos cargados de energía en movimiento. Entonces, ¿qué es la vida? El Universo, el espacio, el tiempo, todo, tal vez nada, porque para nuestros pensamientos e ideales simples no existe una respuesta. No somos nada a lo largo de la vida, lo inmenso del todo, Eso es lo que digo yo, sentado.

Todo esto lleva a que las emociones, herencia, objetos y todo lo relacionado con nosotros es inútil, como esta hoja, como sus pensamientos no cambian nada. Cambian la tinta, el aire, a alguien, pero no es nada.

El desencadenamiento de acciones y reacciones de esta hoja, tiene la misma insignificancia que una guerra en este mundo, porque solo van a guardar recuerdos por 100 años, van a quedar memorias por 1000 años, pero a lo largo del tiempo de los tiempos, eso no es nada, como la vida. Tampoco los movimientos para salvar al planeta tierra tienen sentido. La vida dentro de él es limitada, la vida del planeta también. “Esas” preocupaciones son para nada. El Universo se tendría que preocupar por la vida del Universo, que es la única vida que importa. Si somos tan existenciales, ya iríamos dejando de lado todo, como la distinción entre el bien y el mal. Si, de todos modos, no somos nada. Somos vegetales que absorben su ambiente hasta morir, sentados, como yo.

El bien y el mal son extremos a los cuales no habría que darles importancia, ya que, definen cosas que están relacionadas con el individuo, el individuo que no es nada, y que, elija lo que elija, no va a cambiar nada.

Por este texto, totalmente incoherente y pesimista, quiero que algo cambie… incoherentemente, a pesar de que no seamos nada y nuestra vida sea insuficiente en este inmenso lugar y tiempo, prefiero al bien antes que al mal. Pero cuando no se puede, o algo falló, prefiero la felicidad. Y cuando no se puede, prefiero recurrir a este texto. Acá uno se va a dar cuenta que no importa que el bien falló porque está la felicidad. También se va a dar cuenta que no importa que ambos hayan fallado porqué queda en el pasado. Un punto en la línea del tiempo, un lugar en el plano del espacio que no cambia nada en la inmensidad del todo y del siempre. Así doy a entender que se rinda o que no, pero que sea feliz o bueno y que el pasado queda en esta ciudad, en este planeta, más no cambia

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(Ivo)

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