En el cuadrado de la realidad absurda que vivo me siento enferma
arrancándome los ojos, ensuciando la pureza que le queda a mi cuerpo..
Pastillas, alcohol, que más da.. una, dos, tres noches.
Palabras que vuelan, palabras hirientes, frías y sin sentido.
Que loca la necesidad de lastimar, ser cruel, con alguien que te da amor a diario.
Que fácil nos acostumbramos a no esperar nada del otro o no, también debe ser fácil tener la costumbre de sentirse napoleón.
Como los historiadores, obviamente ganadores y dueños únicos de una verdad intocable, sin la capacidad mínima de escuchar o leer o saber como es la otra versión de cualquier manera. igual eso no es lo que importa, la imagen ante todo tiene que estar limpia y siendo un perdedor en cualquier sentido no esta, desde el discurso, hasta la engañosa forma de mirada.
Difícil realmente es estar en medio de el ego del historiador, del capitán del barco de la vida, ese que siempre esta con la frente en alta, con la soberbia en la sonrisa. difícil lidiar desde un lado calmo, por que este capitán, gran monumento a la madurez, tiende a tirar la soga para su lado, justificando cada acto, cada paso, cada gesto..
Existen caminos, formas, maneras. Por que siempre optamos por lo habitual? Es cómodo bloquear todo pensamiento positivo, al parecer sonreír es un ejercicio bastante duro, muchos músculos que mover, a veces cuesta ser todo un atleta.
Soy una bomba de expresiones a punto de explotar.
Hablando de confianza, de bien estar, de sentimientos y traiciones, escuchando por años la mismas canciones que me exprimen y pintan cualquier lienzo con nuevos colores, sin la costumbre, encuentro mi esencia más pura, esa que trato de esconder de aislar de lo cotidiano, de la rutina. Mientras que la hipocresía se disfraza de aliada, llenando el reducido espacio con humo, con una sed insaciable de maldad y amor, tratando de invadir mi fortaleza, queriendo apagar la luz para poder brillar.
Con el tiempo viene la necesidad de acostumbrarse a cosas que no llenan.. a mentiras, engaños, traiciones y una innumerable lista de sensaciones que hacen un pozo delante de cada paso que damos, para dar la seguridad de caída, de golpe e impacto.
El tiempo que pasa, el clima que cambia, las ciudades explotan de personas desalmadas, caminando con mirada perdida, sin encontrarse entre tanto asfalto y sigo viendo a los historiadores como farsantes, simples habladores, simulando ser reyes de un imperio imaginario; Incrédulos que piensan que su fantasía es real.. eternos caminantes de una falsa realidad.

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